La Palabra cada día

Les enseñó las manos y el costado

Les enseñó las manos y el costado

(Juan 20,19-31)

Jesús se presenta a los discípulos con el saludo de la Paz e inmediatamente “les enseñó las manos y el costado”. Es preciso creer que el resucitado es el mismo que andaba por los caminos de Galilea haciendo el bien y liberando de todo mal a los enfermos. Han pasado ya ocho días, Jesús viene resucitado a nuestra historia, a esta comunidad que no ha tenido la suerte de encontrar a Jesús en el primer día de la semana.

En un mundo de increencia, como el nuestro, donde los argumentos de los discípulos no han sido suficientes para vivir fe la fe, es preciso que se repita la misma experiencia de Tomás, el apóstol, que nos enseña el camino: ver las llagas de la crucifixión, meter el dedo en ellas, tocar para creer.

Estamos perdiendo la capacidad de ser creyentes, no es la nuestra una sociedad nacida del agua y de la sangre ni las enseñanzas de los discípulos de Jesús despiertan la fe. Pero también esta sociedad está llamada a ser creyente, a experimentar que la fe en el Resucitado la hace feliz, porque así lo quiere Jesús el Resucitado: «Felices los que creen sin haber visto».

No vemos al Resucitado del que nos hablan, pero las señales de su pasión están presentes en nuestra sociedad. Jesús nos las ha mostrado en su cuerpo: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Detrás de las llagas de la pasión encontramos a Jesús. El Resucitado representa a los últimos de la sociedad, los ignorados a quienes se les niegan derechos y recursos, éstos son las llagas del resucitado. Si no metemos el dedo en estas llagas, si no vemos en ellas la pasión de Jesús, tampoco podremos creerlo resucitado en medio de nosotros.

Les enseñó las manos y el costado
Les enseñó las manos y el costado

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar