La Palabra cada día

«He visto al Señor y ha dicho esto»

«He visto al Señor y ha dicho esto»

(Juan 20,11-18)

¡Qué alegría cuando el médico ha encontrado la razón de la enfermedad, y la ha curado! En adelante el hospital no será el lugar de la vida, quién se siente curado necesita salir a la calle, contar a los amigos: ¡He recobrado la salud! Quizás hayamos vivido esta experiencia de liberación de curación. La palabra nos anuncia la experiencia de María Magdalena liberada de su angustia, de su llanto, de su incapacidad para ver.

Lo sorprendente es que María Magdalena no ha escondido su enfermedad como los discípulos que cerraron las puertas por miedo. Ella sale a buscar a su amado. Era preciso que se cumpliera en ella aquella profecía del Cantar de los Cantares: “Yo dormía pero mi corazón estaba en vela (…) Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y plazas buscando al amor de mi alma…” (Cant 5,2; 3,3). “¿Habéis visto al amor de mi alma?” (Cant 3,2)

La experiencia de la Pascua es curación de ausencia, porque Cristo —el Jesús de Nazaret, querido y amado— se hace presente, viene a encontrarse con quién lo busca. María ha sido liberada de la enfermedad del temor, del llanto, se le ha cambiado el luto del corazón: “… cuando encontré al amor de mi vida” (Cant 3,4)

Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. Es la ausencia de Jesús ¿Lo hemos perdido para siempre, o nos lo han robado como decían los sacerdotes del templo? La angustia de la Magdalena es la enfermedad de nuestro tiempo, cantamos la alegría de la resurrección y seguimos viendo un mundo envuelto en odios humanos. Jesús viene a nuestro encuentro y la ausencia se convierte en el anuncio de su presencia, nos envía a decir: «ve a mis hermanos y diles: He visto al Señor y ha dicho esto».

«He visto al Señor y ha dicho esto»
«He visto al Señor y ha dicho esto»

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