La Palabra cada día

«¿Cómo puede suceder eso?»

«¿Cómo puede suceder eso?»

(Juan 3,5a.7b-15)

¿Cómo es posible nacer de nuevo? No es extraño que la gente de nuestro mundo se haga esta pregunta si alguien le propone volver a nacer otra vez. Nacemos y un día terminamos la vida, ahí se acaba el proyecto del nacimiento del ser humano.

El creyente tiene que vivir la experiencia de un nuevo nacimiento. Ha participado de un acontecimiento que supone una nueva vida. Jesús de Nazaret, el que caminaba con nosotros, comía con nosotros, compartía nuestra misma vida, murió como mueren las personas que han nacido. El creyente anuncia lo que le ha llamado profundamente la atención: Jesús ha nacido de nuevo, ha resucitado. Es una experiencia de las cosas del cielo. Para entenderla es preciso entender cosas de la tierra: también en esta vida se puede nacer de nuevo.

Quien es capaz de olvidar el daño recibido está naciendo de nuevo a una vida de perdón y de fraternidad; cuando alguien es capaz de cambiar de vida, de dejar atrás costumbres que no son las más adecuadas, cuando alguien opta por entregar su vida a los demás, cuando alguien se compromete con la dignidad que merece el último de este mundo, está naciendo de nuevo.

Pero no se puede nacer de nuevo de cualquier manera. Primero hay que experimentar las cosas de la muerte de este mundo. Nadie puede nacer si antes no ha muerto. Jesús ha bajado del Cielo y solo él puede subir al Cielo, él ha muerto para volver a nacer, para resucitar. Quién nace de nuevo no repite la vida a la que ha muerto; nace de nuevo quien da a la vida un sentido nuevo. Quien es capaz de creer que la vida de este mundo es ya eterna está naciendo de nuevo.

«¿Cómo puede suceder eso?»
«¿Cómo puede suceder eso?»

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