La Palabra cada día

Su Carne es Pan de vida eterna

Su Carne es Pan de vida eterna

(Juan 6,44-51)

Todo comenzó con un signo, un pan que se multiplicó y del que comieron en la montaña más de cinco mil personas. Este signo abrió la esperanza, quién es capaz de hacer este signo nos puede salvar.

Jesús, en el discurso en la sinagoga de Cafarnaúm habla de un pan que es mucho más que el alimento del mediodía. Ese pan del que se alimentaron no puede dar vida eterna. Jesús les invita a alimentarse del pan que baja del cielo, un pan hecho por las manos de Dios; quién come de este pan vivirá eternamente.

Es el pan de los discípulos. Quien lo come ha de tener entrañas de fe, es el alimento de quien escucha la voz del Padre y la Palabra de quien el Padre ha enviado desde el cielo y lo sigue. Seguir a Jesús es creer en él. La fe en Jesús orienta la vida del discípulo, lo conduce hasta el profundo abismo del misterio de la vida; creer en él es vivir su misma vida: “el que cree tiene vida eterna”.

El pan hecho de harina, sal y agua es el pan del desierto, alimenta pero no da vida: “Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron”. Dios Padre quiere que su criatura viva y envía desde el cielo un pan que da vida eterna a quien lo come con entrañas de fe.

Lo profundo del misterio del pan de la vida es el mismo Jesús, el enviado que ha bajado del cielo: «YO SOY el pan vivo que ha bajado del cielo». El ser humano se esfuerza para conocer a Jesús, el discípulo lo conoce alimentándose de su pan. Jesús nos descubre el gran misterio en este Pan partido que el discípulo come en la mesa del Señor: «el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Su Carne es Pan de vida eterna
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